No te mueras nunca, por favor, no te mueras nunca, abuelo. Yo no puedo vivir sin tu voz. No puedo vivir sin la falsa alegría que me hacés creer por más que vea la tristesa en tu cara. No puedo vivir sin tu presencia en mi vida, sin vos ahí, siguiendo cada uno de mis pasos, alentándome siempre de la forma más sincera, queriéndome, tal vez como nadie y haciéndomelo saber, tal vez sin siquiera demostrarlo. Mi vida sin vos no es vida, porque aunque no te lo vaya a decir nunca, sos uno de mis pilares, lo que me mantiene vivo en esta casa. Sos la persona a la que veo todas las mañanas y sé que algo me llevo de acá. Una luz en la oscuridad, un silencio en el ruido. No te imaginás lo que te necesito conmigo, nunca te lo imaginarías, ni vos ni nadie.