viernes, 17 de enero de 2014

Breve introducción a una fábula consciente.

Siempre que voy melancólico, camino con la mirada perdida en los surcos del suelo o en lo lejano del cielo. A veces, trato de mudar mi mente al infinito del universo, tratando encarecidamente de estar en ningún lado. Intento lanzar una expedición espiritual al rincón más desconocido de la creación para hacerlo mío. Crear. Crear mi propio espacio; aire, luz y cielo sin reglas. Las notas acordes y los colores justos. Desplegar la más insolente ley de libertad eterna y así rugir mi voluntad, por más sorda y muda que fuese.